“LO FEMENINO DEL SER
Para acabar de una vez con la costilla de Adán”
Anicke de Souzenelle
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"Sobre los dos hemisferios cerebrales, la ciencia nos dicen esto: “El hemisferio izquierdo es sobre todo verbal, lógico, analítico y científico, mientras que el hemisferio derecho es cambiante, espacial, analógico, sintético y artístico. El hemisferio izquierdo rige la orientación en el tiempo, el hemisferio derecho en el espacio…”
(…) El saber adquirido por el exterior y que exige un gran esfuerzo de memorización es obra del cerebro izquierdo; el conocimiento adquirido por el interior e inmediatamente memorizado en cada célula del cuerpo que ilumina, es obra del cerebro derecho.
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La palabra como representación simple de una cosa, forma parte del cerebro izquierdo, pero la resonancia de esa palabra en el Verbo que funda la cosa expresada, es del cerebro derecho. La entrada en la resonancia donde se inscribe toda la música del Verbo es obra del amor.
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La mujer realmente mujer, iniciada en los misterios del amor y de la maternidad, nos da su “carne”, sea cuál sea el grado del eros verdadero donde son vividos, donde engendra en sí misma los espacios alados del Espíritu! Por su hemisferio derecho abierto en la aurora de su vida, ella no parece perder totalmente el contacto (con su alma); se mantiene tan sensible al otro lado de las cosas, tan rebelde a su cierre en las prisiones de lo racional, tan desalentada cuando se siente amarrada por las esposas de la ley! Cuando la masculinización de las escuelas no la deformó… Pero la verdad es que ella hoy está tan deformada!
El vagón de la masculinización, que trae en un mismo impulso el racionalismo religioso y el positivismo científico, provocó la desacralización de la sexualidad y la reducción del eros, el festejo de lo corporal – si es que aún es festejo!
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Cuanto más reina la confusión, una división ahonda en el corazón de la humanidad; está en resonancia con aquello que yo expresaba anteriormente, la separación del hombre y de la mujer: de un lado están aquellos, hombres y mujeres, que de momento sólo miran para fuera (…),ven su normativa en sí misma; y del otro están los que se vuelcan para lo oriental. Los primeros se debaten en un dilúvio de violencia y no saben sobrevivir sino radicalizando al extremo, en el terror de una pérdida de seguridad, los viejos esquemas masculinizados de las éticas religiosas, políticas, sociales, etc; los segundos, comienzan a aceptar morir para esos valores pasados, porque aceptar morir para esos valores pasados es comenzar a vivir.
Annick de Souzenelle
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